Es importante disponer nuestro corazón para estudiar la Biblia |
Fernando
Alexis Jiménez
Hace algún tiempo
escuché la historia de una mujer de avanza edad que, en un pueblo perdido de
Centroamérica, no perdía servicio en la Iglesia. ¡No sabía leer pero prestaba
mucha atención cuando leían la Biblia! Literalmente, a sus 74 años, memorizaba
cada pasaje.
Hacia el atardecer del
domingo, aprovechando que muchas personas iban al parque, llevaba su vieja
Biblia. Se acercaba a cualquier parroquiano y le pedía el favor de buscar
determinado texto. Nadie se negaba, por supuesto. Luego le pedía que leyera el
texto en alta voz. Y cuando terminaban de hacerlo, ¡les predicaba el Evangelio
de Jesucristo!
Esta humilde señora no
tenía limitación alguna, a pesar de que no sabía siquiera deletrear. A su
manera, interpretaba las Escrituras, las aplicaba a la cotidianidad… ¡Y
predicaba las Buenas Nuevas de Salvación!
No podemos, entonces,
entender los impedimentos y barreras que muchas personas levantan cuando de
estudiar la Biblia se trata. Es muy sencillo. Es esencial que desde hoy
desmitifiquemos la idea de que sólo es para eruditos, personas con alto nivel
académico, intelectual, líderes de iglesia o personas sumamente espirituales.
¡Usted y yo estamos llamados a desarrollar la capacidad de hacer un estudio
sistemático de lo que nos enseña el libro Sagrado para poder enseñarlo a otras
personas.
Depender de Dios al acercarnos al texto bíblico
Hemos visto hasta el monumento
tres grandes fundamentos: la lectura inicial del pasaje bíblico (Información),
el descubrir lo que enseña (Interpretación o también Observación) y la manera
como podemos asimilar cada principio en nuestra cotidianidad (Aplicación)
Cuando lo
hacemos, es decir, estudiamos la Biblia, lo hacemos con reverencia, de ahí que
es esencial que pidamos a Dios que nos conceda sabiduría (Santiago 1:5).
Recuerde que aproximarnos a Su Palabra no nos traerá confusión, porque Dios nos
guiará en los pasos apropiados. Él es un Dios de orden, no de confusión (Cf. 1
Corintios 14:33)
En ese orden
de ideas, la disciplina que debemos asumir diariamente si deseamos ser buenos
estudiantes de la Biblia, tiene dos pilares: el primero, oración, y el segundo: estudio
sistemático de las Escrituras.
Recuerde que
el primer beneficiado será usted, porque la enseñanza traerá transformación a
su vida. La Palabra de Dios permanece para siempre (1 Pedro 1:25)
¿Por qué
razón? Porque cuando comprendemos lo que nos dice el
Padre celestial en el texto, y lo aplicamos a nuestra existencia, estamos preparados para transmitir
esos principios a otras personas.
Sugerencias útiles para comenzar
Recuerde
tener siempre a mano:
1.
Una o varias versiones de la Biblia
2.
Leer cuidadosamente los títulos o encabezados de los pasajes bíblicos (Le
orientarán sobre lo que trata el texto)
3.
Lea las notas de referencia que le conducen a otro texto bíblico, porque le
permitirá ampliar el conocimiento sobre algún tema, especialmente si se trata
de pasajes paralelos
4.
Lea con detenimiento las notas marginales, que generalmente son comentarios que
hacen algunos eruditos sobre el pasaje que está leyendo
5.
Si tiene la forma de hacerlo, consulte mapas y cuando haya referencia a algún
sitio geográfico en esperial, búsquelo. Generalmente los hallará al final de la
Biblia.
Características de un estudiante
de la Biblia
Además de la
oración y desarrollar un estudio sistemático de las Escrituras, todo estudiante
de la Biblia debe observar al menos siete características que comparto con
usted:
1. Disposición para aprender.
Si en nosotros hay auto suficiencia o quizá prejuicios, tenemos de entrada una
enorme dificultad para ser un buen estudiante bíblico. Recuerde: la Biblia es
la Palabra de Dios y es necesario que estemos dispuestos a ser enseñados por Él
(Esdras 7:10; Cf. Mateo 5:6)
Dependemos de Dios, en oraciòn, al estudiar la Biblia |
2. Disposición de encontrar lo que
Dios desea decirnos. No se trata de un libro
cualquiera. La Biblia es un texto maravilloso en el que siempre aprenderemos
algo nuevo de parte del Señor, quien nos habla a través de ella (Cf. Efesios
3:4)
3. Disposición para ser
transformados por la Palabra. Cuando nos acercamos a
la Biblia, aprendemos principios que—si los llevamos a nuestra vida--, nos
traerán cambio y crecimiento personal y espiritual--. (2 Timoteo 3:16)
4. Aprender para poder enseñar
a otros.
A menos que nos dispongamos para Dios, para ser enseñados por Su Palabra, no
podríamos enseñar a otros. Humildad para aprender, disposición para transferir
a otros esos conocimientos, ese trato del Señor (2 Timoteo 2:15; Cf. 1 Pedro
3:15; Lucas 8:15)
5. Disposición para investigar.
Si bien es cierto, la Biblia se interpreta así misma, es necesario que
dispongamos nuestro corazón para inquirir y seguir buscando, tal como hicieron
los cristianos de Berea, en el primer siglo (Hechos 17:11)
6. Disposición para librarnos de
prejuicios. Quizá creemos que la Biblia es para
fanáticos, religiosos, personas que se conforman con un versículo y se dejan
lavar el cerebro. ¡Tremendo error! Siempre debemos observar humildad al leerla,
dispuestos a encontrar algo nuevo, aprender y respetar las Escrituras porque
provienen de Dios mismo (1 Tesalonicenses 2:13)
7. Depender de Dios para cambiar.
No conozco a la primera persona que haya abierto su corazón al obrar de Dios a
través de las enseñanzas de la Palabra, que no haya cambiado. Simplemente
dispusieron su corazón al inquirir sobre las Escrituras, y dejaron que Dios
tratara sus vidas. Los resultados, sin duda, son maravillosos--. (Santiago 1:22)
Tres recomendaciones finales
Para terminar
la Lección de hoy, me permito formularle tres recomendaciones de suma
importancia:
1. Lea despacio y con suno cuidado.
Leer superficialmente no nos lleva a otra cosa que a los equívocos, a
conclusiones erradas. Por eso, además de armarse de paciencia y perseverancia,
tome una libre de anotaciones y apunte los aspectos relevantes de los estudios
que vaya haciendo.
2. Use el entendimiento.
No podemos desechar la lógica, porque con frecuencia leemos y leemos y no
encontramos sentido a la lectura. Por ese motivo, si dispuso su corazón para
estudiar la Biblia, es para adentrarse en ese proceso, y no leer por leer, para
llenar un vacío.
3. Comprenda las diferencias inter-culturaes.
Las personas a las que se dirigió inicialmente el mensaje tenían un marco
cultural, religioso, económico y social distinto al nuestro. Ese simple hecho
debe llevarnos a tratar de entender qué quería decir el autor, cómo recibieron
los destinatarios el mensaje y—ahora sí—de qué manera aplica a nuestro tiempo.
Le invitamos
a estar atento a la próxima Lección que, puedo asegurarle, será apasionante.
© Fernando
Alexis Jiménez E-mail webestudiosbiblicos@gmail.com
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